CIRCOS Osos, elefantes, tigres y otros animales no montan en bicicleta, ni se paran en sus cabezas, ni hacen equilibrio en pelotas, ni saltan dentro de aros con fuego por voluntad propia. Ellos no realizan estos y otros difíciles trucos porque quieren; los realizan porque temen lo que pueda ocurrirles si no lo hacen. Para los animales en los circos, no existe nada como “refuerzo positivo”, sino diferentes grados de castigo y privación. Para obligarlos a realizar esos trucos sin sentido y difíciles físicamente, los entrenadores usan látigos, collares apretados, bozales, picanas eléctricas, barras de metal con puntas filosas en gancho y otras herramientas propias del negocio del circo para provocar dolor. En los circos, los elefantes son golpeados, empujados, punzados y pinchados con ganchos afilados, a menudo hasta que sangran. Los padres que programan una visita familiar al circo ignoran las violentas sesiones de entrenamiento con cuerdas, barras de metal con puntas de gancho ...